En calidad de presidente del club de ciencias de la salud de Alumni. U.B.

La crisis económica que estamos sufriendo, ha comprometido el modelo sanitario público de cobertura universal, que ya se mostraba inviable desde el momento de su concepción.

La aportación de las cotizaciones de a población activa en la bolsa de la Seguridad Social se va reduciendo. Por otra parte, el envejecimiento de la población y el flujo migratorio de los últimos años ha ido aumentando el número de personas que necesitan asistencia sanitaria.

El gap entre ingresos y gastos de la Seguridad Social es cada vez mayor y la gestión de la política sanitaria no ha sabido anticiparse al big bang que ha acabado quebrando el modelo.

El Dr. Jesús Costa Vila hace una valoración de la situación, dirigida a los alumnos y ex alumnos de la Universidad de Barcelona, en calidad de Presidente del Club de Ciencias de la Salud, de la asociación Alumni UB

Dr. Costa Vila

Hace apenas dos años que, bajo este mismo título, tuvimos que pronunciar la conferencia de fin de año en el Aula Magna de la UB. Estaban presentes el profesor Miquel Vilardell, ilustre presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, el Dr. Luis Monset, gerente de la patronal de la Asociación Catalana de Entidades de Salud (ACES) del sector privado, el profesor Guillem López Casasnovas, de la Universidad Pompeu Fabra, y el Dr. Francesc Sancho, en representación de la Sectorial de Sanidad de CiU.

De todos, únicamente el Dr. Lluís Monset y yo alertamos del fin del modelo sanitario catalán, y no por culpa de la crisis sino porque era a todas vistas previsible que se trataba de un modelo insostenible e inviable.

Si tenemos en cuenta el crecimiento de la población y su envejecimiento progresivo, y que en todo el país hay aproximadamente ya grandes rasgos nueve millones de pensionistas, cuatro millones de funcionarios y cinco millones de parados, que hacen un total de veintiún millones de personas que cobran del Estado, y sólo dieciocho millones en trabajo activo, sin ser demasiado estrictos ya vemos que esto es del todo insostenible.

Veníamos de un modelo sanitario de seguridad social en el que únicamente estaba cubierta la población activa y sus beneficiarios (los hijos y el cónyuge), y con la Ley General de Sanidad pasamos a un modelo de sistema nacional de salud de cobertura universal para a toda la población, autóctona o extranjera, con la que todos tenían derecho a la sanidad ya sus coberturas. Y ahora, tal como están las cosas, vamos hacia un sistema liberal de salud que, por lo menos, es el único que tiene en cuenta algo tan relevante para la empresa privada como es el deber y el haber y el cuenta de resultados que harán que el sistema sea sostenible, viable, equitativo, sólido y de calidad. No digo nada nuevo: el Informe Abril (ha llovido desde entonces) avisaba a los gobernantes que el modelo sanitario era muy bonito pero que al cabo de pocos años ya no sería viable. Y nadie hizo nada. Un buen amigo decía, refiriéndose al matrimonio, que era para toda la vida, en la salud y la enfermedad. Está claro que esta afirmación se hizo cuando la esperanza de vida era de 40 años, y ahora podemos llegar incluso a los 95 en mejores o peores condiciones físicas y mentales. Ante una medicina de agudos, de crónicos, preventiva, de higiene y de seguridad en el trabajo, nos encontramos, además, con una crisis económica en la que los recursos son un bien escaso.

Una sanidad como la que teníamos era deficitaria por naturaleza, pero para ello estaban los presupuestos del Estado, para absorber la deuda. Es muy fácil gobernar en época de bonanza pero es muy difícil gobernar con la carencia. Ha llegado, pues, el momento del big bang: debemos comenzar de nuevo, con el consenso de todos los partidos políticos, para desarrollar una estrategia y un modelo de salud nuevo. Pero antes de inventar nada-cosa muy típica en nuestro país-, miramos nuestro entorno y copiamos lo mejor de cada modelo, lo que ya está demostrado que funciona y reúne las garantías que queremos de eficacia, calidad, equidad, sostenibilidad y viabilidad.

No nos podemos equivocar, el momento es difícil y la gente sufre. Esto es responsabilidad de los políticos y de las instituciones sanitarias, así como de todos los estamentos implicados directa o indirectamente en el sector de la salud.

Vienen años difíciles, para todos. El estado del bienestar, el objetivo básico de nuestra generación, está en peligro si no cultivamos la cultura del esfuerzo, de la eficiencia, del trabajo, de la formación continuada y, sobre todo, si no redefinimos los paradigmas de la visión, la misión y los valores del nuevo sistema sanitario.

Jesús Costa Vila
Director Médico del grupo Admiravisión
Presidente del Club de Ciencias de la Salud Alumni UB

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