Día Mundial contra el cáncer 2016. Hoy se conmemora el Día Mundial Contra el Cáncer y os queremos hablar de esta enfermedad desde la experiencia vivida en primera persona.
Este verano pasado me diagnosticaron un cáncer de mama que motivó que perdiera un pecho (a pesar de que afortunadamente me lo reconstruyeron en la misma intervención) y tuviera que someterme a tratamiento hormonal y radioterápico.
Desde la propia experiencia os quiero compartir mis reflaxions para desmitificar el fantasma del cáncer.
Ante el diagnóstico, mi primera reflexión fue de agradecimiento. No agradecemos lo suficiente todo lo que tenemos.
- Agradecimiento a Dios que ha creado las condiciones que permiten la vida, que es dentro de cada uno de nosotros como una posibilidad. Posibilidad de sublimar la parte más elevada que hay en nosotros, y que tiene un destino cierto a lo que indefectiblemente llegaremos y al que no hay que temer.
- Agradecimiento a los servicios diagnósticos que disponemos en nuestro país y que hacen una tarea de detección precoz que salva muchas vidas.
- Agradecimiento a los médicos, enfermeras y personal auxiliar diverso por su excelente tarea profesional, atención y humanidad.
- Agradecimiento a toda esta pila de gente maravillosa que nos rodea y que a menudo no valoramos suficientemente pero que en momentos delicados te hacen sentir muy, muy acompañada y feliz.
- Agradecimiento a esta naturaleza que nos nutre cuerpo y espíritu y que siempre está allí.
- Agradecimiento a los conocimientos que nos permiten comprender y curar enfermedades.
- Agradecimiento a mi pecho por los servicios prestados durante tantos años y que ha sido fuente de alimento y calor por mis hijos.
La primera conclusión que extraje fue la toma de conciencia de la vital importancia del diagnóstico precoz para curar el cáncer.
En segundo lugar, me planteé qué podía hacer yo para contribuir a mi sanación. La palabra cáncer todavía es un tabú en nuestra sociedad y es motivo de alarma. A nadie le gusta el diagnóstico pero dependiendo como lo enfocamos lo viviremos como un drama o como una enfermedad más. Yo elegí la segunda opción, busqué información y descubrí que modificando hábitos alimenticios también podemos prevenir, ya no la aparición del cáncer en mi caso pero sí su proliferación, y empecé a hacer una dieta macrobiótica que en quince días me hizo remontar la marcada anemia que tenía y me ahorró una transfusión de sangre que parecía inevitable. Cambié drásticamente mi manera de comer. No fue fácil pero ahora me siento muy bien y tengo intención de mantenerla en el tiempo.
La segunda conclusión que extraje es que no podemos evitar la enfermedad pero siempre podemos hacer algo para mejorar su pronóstico.
En tercer lugar, observando experiencias de personas que han vivido procesos similares, tomé consciencia de que nuestra actitud ante las cosas también juega un papel muy importante en su desarrollo. El miedo y la angustia son malos compañeros de viaje y en muchos casos empeoran el pronóstico de la enfermedad hasta la muerte. En cambio, si miramos de banalizar el tema en la medida de lo posible, no preocuparnos por anticipado de lo que pasará sino ocuparnos en cada momento lo que hay que hacer, paso a paso, con tranquilidad y positivismo, nos sentiremos mucho mejor y conseguiremos muchos mejores resultados para nuestra salud tanto física como mental. Visualizando que todo saldrá lo mejor posible y valorando que de toda experiencia puedes extraer cosas positivas, contribuimos a su devenir.
En este sentido, la meditación es una técnica que practico hace años y que recomiendo porque ayuda a mantener un estado de serenidad y paz muy necesario en estas situaciones.
Por tanto, la tercera conclusión es que no podemos elegir lo que nos pasa pero sí la actitud que tenemos ante lo que nos pasa.
Reflexionando sobre el hecho de que un grupo de células que durante años han estado colaborando en el buen funcionamiento del cuerpo, comiencen a proliferar en exceso en un momento dado, con el riesgo de poder poner fin en último término al ser del que forman parte y, por tanto, a su propia existencia, me sirve para comprender que todo cambia, que nada es para siempre, que incluso una célula no es lo mismo ser que era ayer. Hay que aceptar el cambio y adaptarse para crecer y evolucionar como persona, entendiendo que debemos vivir en alianza con la realidad, sin luchar con lo que pasa, con y por los demás si queremos sobrevivir como especie.
Cuarta conclusión, hay que adaptarse al cambio y buscar el bien común si queremos sobrevivir como especie.
Hay que agradecer la vida que es bonita por encima de todo y que, por una razón de equilibrio universal, tiene dos caras. Hay que comprender que no se puede dar la una sin la otra, por lo tanto, toda experiencia es dual. Todo tiene un lado positivo y uno negativo. El negativo esconde un aprendizaje que hay que hacer y es bueno hacer. Y lo positivo te llena de alegría y agradecimiento.
Somos una pequeña parte de un universo inmenso. No somos imprescindibles, pero sí necesarios en cuanto a la tarea que hemos venido a hacer y que tenemos que tratar de hacer lo mejor que sepamos y de todo corazón.
Debemos comprender que siempre podemos hacer algo y que está en nuestra mano hacerlo y poner alegría en vez de queja, eligiendo qué actitud queremos tener ante los acontecimientos.
Yo elijo el positivismo y el agradecimiento como compañeros de viaje. Espero que mi experiencia sirva a otras personas a afrontar la enfermedad poniéndole buena cara.
Eva Lerma
Directora de Comunicación, Marketing y Calidad
Grupo Admiravisión