Retinografía autofluorescente

¿Para qué sirve la retinografía autofluorescente?

La retinografía autofluorescente permite realizar un seguimiento de múltiples patologías de la retina y de la mácula sin necesidad de aplicar un contraste al paciente, como ocurre en el caso de la angiografía, la otra prueba que se utiliza para este fin.

La inyección intravenosa de contrastes implica una serie de riesgos para la salud del paciente que van desde una simple náusea o prurito hasta las convulsiones y el paro cardíaco en el caso más extremo. No son frecuentes pero sí posibles y, por tanto, cualquier técnica destinada a evitarlos, ya representa de por sí un gran avance para la seguridad del paciente.

En muchos casos, para el diagnóstico de una patología de retina o mácula es estrictamente necesario y, por tanto, inevitable someter al paciente a una angiografía fluoresceinica pero, para realizar posteriormente el seguimiento de la evolución de las mismas, ahora podemos evitarle tener repetir esta prueba otra vez.

Son algunos ejemplos de las patologías a las que nos referimos, la DMAE seca, la uveítis posterior (podemos observar la evolución de los focos inflamatorios), los microaneurismas en el edema macular diabético o las membranas neovasculares.

¿Cómo se realiza la prueba?

No debemos confundir la exploración con retinografía autofluorescente con la realizada mediante OCT ya que, mientras que la OCT nos proporciona una imagen de corte de las capas de la retina (figura 1), la aufotluorescencia proporciona una imagen del epitelio pigmetario, o sea, una foto en plano frontal (figura 2). Por tanto, la OCT nos permite observar que existe una lesión pero no nos proporciona una magnitud de su alcance, cosa que sí permite observar la retinografía autofluorescente.